05-15-2025 Comentario de la Torá

שאלו שלום ירושלים
Reza por la paz de Jerusalén
La parashá de esta semana se llama “Emor”. La encontrarás en el Libro del Levítico 21:1-24:23. En ella se exponen una serie de leyes y reglamentos, que abarcan desde el sacerdocio (Kahunah) hasta las leyes de las fiestas, pasando por las leyes que rigen las actividades civiles y criminales.
A primera vista, esta sección parece más práctica que filosófica. De las 613 mitzvot (regulaciones Divinas) de la Biblia, 63 de ellas se encuentran en la parashá de esta semana. Dentro de la parashá, el capítulo 24 puede ser a la vez el más desafiante y también el más útil para el lector moderno. El capítulo trata de todo, desde de la blasfemia al asesinato: desde matar inadvertidamente a un animal hasta mutilar a otro ser humano. Si vamos más allá del texto específico de la época, veremos que esta parashá nos ofrece mucho material filosófico intemporal.
Por ejemplo, esta parashá (Levítico 24:19-24) contiene uno de los preceptos bíblicos más famosos, pero menos comprendidos: “eyin tachat eyin/shen tachat shen -ojo por ojo y diente por diente”, y a continuación afirma “vida por vida” Aunque muchas frases hebreas han pasado a otras lenguas y se entienden como figuras retóricas, esta frase en concreto parece confundir a muchos lectores no hebreos. Es justo afirmar que, durante los dos últimos milenios, muchos lectores no judíos no sólo han malinterpretado la intención de la frase, sino que han sacado exactamente la conclusión opuesta a su significado.
Para comprender el versículo, es importante saber que el hebreo, al igual que otras lenguas, utiliza sustantivos específicos que se refieren a partes del cuerpo simbólicamente, como forma de representar ideas tangibles, filosóficas o abstractas. En Por ejemplo, cuando decimos que alguien rompió el corazón de otra persona, tanto el hablante como el oyente entienden que la frase tiene un significado simbólico. Del mismo modo, el lector hebreo entiende que el concepto de ojo por ojo es figurado o simbólico.
En este caso, el texto supone un cambio radical respecto a otras filosofías jurídicas de Oriente Medio. Clásicamente en el mundo antiguo (y a menudo en el mundo moderno) juzgamos a una persona según su rango social, clase económica o persuasión política. El término moderno actual “lawfare” es un ejemplo de cómo se ataca a una persona no sólo por sus acciones, sino más bien por su afiliación política. También en gran parte del mundo la riqueza o las conexiones pueden determinar la dureza de la sentencia. La Biblia luchó contra esta idea e insistió en que todos los ciudadanos recibieran el mismo trato. Así, vemos la importancia del concepto “ojo por ojo/ diente por diente/ vida por vida” no debía tomarse al pie de la letra, sino que significaba que toda vida valía lo mismo. Además, el texto deja claro que nadie debía tomarse la justicia por su mano.
Este precepto nos lleva también a una importante cuestión filosófica que aún hoy nos atormenta. Tanto en la religión como en la política moderna hay quienes están más interesados en el significado literal de la ley que en su espíritu, más interesados en condenar que en comprender. Por otro lado, hay quienes han dado tanto significado a su interpretación personal de la ley que han olvidado cuál era la intención de la ley y a quién debía proteger. Por eso el antiguo Israel estableció el precepto de que todos debían recibir la misma justicia, independientemente de su sexo, religión o condición social o económica.
El texto bíblico enseña la importancia del equilibrio, de respetar la intención de la ley y también su espíritu. ¿Tiene este texto mucho que enseñar a los modernos? ¿Hemos conseguido encontrar formas de llevar la santidad a nuestras vidas, de respetar la ley y, sin embargo, permitir que la ley se convierta en una guía moral y no en una carrera de obstáculos para las relaciones interhumanas? ¿Qué opinas tú?
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