20/03/2025 Comentario de la Torá

שאלו שלום ירושלים
Reza por la paz de Jerusalén
La parashá de esta semana se llama Va’Yakhel (que significa: “Él, Moisés, los reunió”). Puedes encontrar la parashá de esta semana en el Libro del Éxodo 35:1- 35:20. No es una parashá fácil de leer. De hecho, mucha gente preferiría saltársela. Sin embargo, que un texto sea difícil no significa que carezca de valor. Incluso podríamos argumentar que luchar con un texto tiene su propio valor. Luchar es un valor judío y el propio nombre de Israel hace referencia a la lucha de Jacob con el “ish”, palabra hebrea que significa un ángel, u otro hombre, o incluso él mismo. Luchar nos hace más fuertes y nos obliga a darnos cuenta de que la vida es un reto.
Va’Yakhel une dos conceptos muy importantes: la relación entre el tiempo sagrado y el espacio sagrado. Kadosh es la palabra hebrea para santidad, para lo sagrado. Derivamos la palabra de la raíz verbal <K D-Sh> que significa “separar de, diferenciar, apartar”. Santificamos el tiempo dejando a un lado nuestras tareas y preocupaciones cotidianas; santificamos el espacio creando lugares diferentes del comercialismo del mundo y, a menudo, de su falta de cuidado.
En la parashá de esta semana leemos primero sobre la orden de Moisés de que los Hijos de Israel observen el Sabbat; y que no se realice ningún trabajo físico hecho. Casi inmediatamente el texto cambia de dirección y habla al lector sobre la construcción del Mishcan (Tabernáculo) o santuario que acompañaría a los Hijos de Israel en su viaje a través del espacio y del tiempo. El texto nos proporciona muchos detalles sobre su correcta construcción, y sobre cómo debemos utilizar el espacio sagrado para santificar el tiempo.
Leemos sobre la unidad del espacio y el tiempo en las obras del gran filósofo del siglo XX Abraham Joshua Heschel. Al igual que en el caso de otro filósofo judío, Albert Einstein, Heschel señaló que el espacio y el tiempo sagrados no son dos ideales separados, sino dos caras de la misma moneda. Entendidos así, el Mishcan y el Shabat no son nociones opuestas, sino complementarias. En esta parashá aprendemos que en la vida todos somos “constructores” y que nuestras herramientas son tanto el concreto, el Mishcan, y lo efímero, el Sabbat.
El lector atento observará también que esta parashá dedica la mayor parte de su “tiempo-espacio” al mundo tangible, físico. Sin embargo, es en el otro mundo, el mundo intangible, donde construimos nuestro más permanente de los santuarios, el santuario intangible del tiempo, el Sabbat. Quizá resulte irónico que el tabernáculo físico, el Mishcan, ya no exista, mientras que el intangible, el Sabbat, ha perdurado a través de los tiempos.
La porción de la Torá de esta semana nos enseña la importancia de crear espacios y tiempos sagrados. Construir el Sabbat” es transformar lo secular en sagrado. Es en la intangibilidad del Sabbat donde encontramos las profundidades de la fe y la santidad del corazón humano. Quizá por eso el concepto de El Sabbat en este mundo loco en el que vivimos nos ha protegido más que nosotros a él. ¿Qué te parece?
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Por favor, reza por los soldados israelíes y por el regreso sano y salvo de todos los rehenes restantes.